miércoles, 16 de mayo de 2007

el trazo y las bóvedas del sueño:
el cielo y el trazo



el sueño del camino, caminante. andar en el
trayecto de la calle. el sueño de un día
proyectado al cielo. a los rostros,
a los silencios familiares. rostros,
rostros y rodillas, cielos. el silencio
arriba, en la bóveda, y los pies andando,
rodando, caminante, errando entre el cielo
y el trazo del andante. de lo
péndulo que es un figurar
de lo tierra y de lo
nombre.

bóveda de los caminos. si el camino
estuviera en una estrella. nombre
del caballo es el camino: una sombra
de lo recorrido. trazo de cielo
en el agua:

lo que se busca en una página,
el otro camino que tiene el nombre.
el otro cielo, el que imaginan
las manos en el vértigo
del agua. una forma
líquida de los
pies. y el agua
y la necesidad de sed.

lunes, 7 de mayo de 2007

al lado del corazón la idea del poema,
afuera, la latencia del árbol. caminar hacia
la idea del adentro. hacia la latencia
del adentro que acompaña y hace en sí
misma camino. parque de bancas que
giran. hojas con una musicalidad de viento.
¿dónde está el centro del parque? quizá
en el centro de la idea del corazón.
y éste está afuera de la palabra. el viento
también, y el parque. queda el fuego,
queda la proyección del silencio
en el vidrio de todos los espejos.
está también el vértigo y el vuelo.
lo que no necesita alas. está el continuo
camino de la mano, que busca en la
hoja su calle y su muro. que no necesita
espejo para reconocerse, porque su movimiento
es ya su figuración. es el corazón en todo
el pecho, la velocidad de la sangre
que lo alivia de su delirio de fatiga. que
articula su camino afuera de la lluvia,
en las letras que le sobran al dibujo de las palabras.


es el calce de la nieve en tu piel.



y el calce del vuelo se da en el no necesitar
las alas. en un fulgor en el que caminar
exime automáticamente cualquier posibilidad
de ser adjetivado. es el intentar que se confunde
en el afán con la repetición. que está tan cerca
como el impulso continuo de perderse.
mas, lo que devuelve el camino, es el tránsito
hacia el adentro, que supone vueltas en derredor,
no en círculo, sino rondando, dibujando, el
perfil de la mañana. es un andar en el que
las manos se reconocen. proyectando su
imaginación hacia el corazón, que no es absoluto.
la voz quizá sea la forma más amorosa del olvido,
la más inmediata, la más profunda. la que no
genera mayores nostalgias ni necesita de otras
alas que el dibujo transparente de las palabras
.

viernes, 4 de mayo de 2007

sobre lo mismo




lunes, 26 de marzo de 2007

de otro árbol

el cielo se agita,
tirita como un reflejo en el lago;
el gesto se repite
una,
otra vez.
la misma imagen,
de nuevo el rostro forjado en el palmo de la hoja.
el verde se desliza a lo largo del tiempo.
se contiene en el temperamento
de sus manos. amplio recuerdo
del olivo se expande a lo largo
de la gota detenida en la memoria.
el cielo se expande; la raíz se expande
y se contrae. el tronco se erosiona.
se nubla la mirada:
explota el alma
en
un
giro:
la piedra vuela detenida
en la furia de su inercia:
suda la hoja:
emerge el vaho de la tierra.
describe el aire (el
movimiento de
un delirio silencioso)
silencioso su delirio.


(el paisaje se compone
de palabras: árbol, viento,
hoja; de nociones en apariencia
abstractas: delirio: pulsión…
el sentido se evoca,
se describe: más,
lo rebasa. lo que se puede hacer
es escribir; rebasar, de
eso habla la poesía)

¿quién es el árbol?
¿qué lengua habla?

¿quién es (cuando enloquece
y delira) cuando desea con profundidad,
cuando el veneno se derrama
y escurre, cuando tiembla
encendido en la hoguera de su colina,
absorto en el silencio de una nube?

viernes, 16 de marzo de 2007

4: 53 pm

martes, 13 de marzo de 2007


lunes, 5 de marzo de 2007

6

del tiempo se procede al destiempo. lo que en la noche es silencio, en el día es inexistencia. lo que no es puede volverse a una manera visible del ser. lo que transcurre en la mirada es un poco de eso. el tránsito de lo que es escritura a lo que no es escritura es libre. desenfadado por la libertad del espacio que configura. afuera y adentro del tiempo, la realidad de la escritura da noción a lo que no es realidad. a lo inconsciente, a lo que no tiene sentido más allá de lo inmediato. el tiempo de su ser está afuera de la realidad. lo que no tiene sentido es la descarga de las noches en la escritura. el tránsito de la locura a lo que no es locura como un látigo misterioso y tenue de lo que no tiene sentido a lo que sí lo tiene, por lo menos, a lo que es inteligible. los pasos de vuelta siempre son complejos. el traducir la cabeza a lo que no es la cabeza, el desasosiego del cuerpo vuelto memoria y desazón y desarticulación. lo que pasa en la medianoche no es la escritura, es el delirio de ésta. así pasan las historias de un nivel a otro, como un tránsito memorial de lo visible en el alma a lo invisible en la mirada del otro. del camino del afuera intransmisible a lo transmisible a través de lo imposible. el acto de sentarse a mirar un libro implica una predisposición a la figuración de imágenes. es de esa necesidad de la que surgen las historias, como un devenir de lo que está a lo que no está y es deseado, o deseable. como un camino de vuelta de la locura hacia la muerte, a un no ser ajeno, pero cercano en tanto misterioso e inaprensible. lo que pasa de un lado a otro es la historia. el lector es el pintor imaginario que da un cuerpo ideal a su necesidad de ver. completa un sentido que de otra manera le sería incompleto. la necesidad de reflejo, de identificación, de proyección, de volverse significante en la constante retórica de la vida, da camino a esa acción. leer no es fugarse, no es salirse de la vida, es ampliar su espectro presencial. darle forma a un deseo informe. anterior y fugitivo, no perteneciente, como el de la latencia de la muerte. la incógnita de la escritura es darle sentido y cuerpo a una necesidad in-nombrable. es aproximarse a lo que no tiene método. no tanto a la mentira, como al conjuro. escribir es tratar de hacer que las cosas pasen. es el principio de la magia. de lo que nos rebasa. no es el disfraz, sino la máscara. la proyección de la pantalla. escribir es lo que queda. la escritura es la huella perpetuada de la herida. una herida que trasciende su espacio y su dimensión. un silencio inadvertido, una imagen perdida y una que se pierde sin parar. ante la nostalgia y la melancolía. ante todas las pérdidas continúa pasando y continúa abriéndose para no ahogarse, para que quien escribe pueda fluir y pueda seguir viviendo. para que quien lee pueda ser en la intimidad de su sala íntima. para que el espacio nos devuelva a donde pertenecemos, donde quiera que esto sea.

domingo, 4 de marzo de 2007

nuestro señor de la exaltación


viernes, 2 de marzo de 2007